sábado, 26 de septiembre de 2015

OTOÑEAR


Resultado de imagen de rojo en otoño




El cielo semicubierto, temperatura agradable, amarillean los helechos, enrojecen los prunos, asoman su cabecita los hongos. Naturaleza viva en la sierra de Madrid.

Sonrisas, aceptación, danzas... recordar y programar, comidas y aperitivos de conversaciones con los cinco sentidos y con mucho humor, noche de bailes y risas. Debate y asamblea, respeto y crítica, propuestas y respuestas. Ganas de hacer.

El otoño para los maestros no puede relacionarse con agotar, marchitar, caer, abandonar, pudrir... sino todo lo contrario: crear, comenzar, soñar, preparar, retomar, formarse, ilusionarse, renacer...

Un "casi" nuevo grupo en mi vida, donde encuentro la motivación, la fuerza, la permanencia, la profundidad de la vocación, que, en ocasiones, ante las dificultades del quehacer diario se tambalea.
Gracias amigos meceperos, por otoñear juntos este fin de semana, por acoger como lo haceis y ofrecer tanta vida de educadores.

jueves, 10 de septiembre de 2015

MI MADRE CUMPLE 80


¿80 años son mucho o poco tiempo?, son 960 meses, 28820 días (incluidos los 29 de febrero), podríamos calcular también las horas, los minutos, los segundos...lo que nos daría un número muy largo y complicado de leer.
Yo prefiero pensar en los años de mi madre contando las papillas de maizena, los pañales lavados, las fiestas de cumpleaños y reyes, los guisos, las reuniones del colegio...
Cierro los ojos y veo tardes de costura bajando dobladillos y bordando nombres en los babys; huelo la plancha caliente mientras, con mi ojo tapado, leo en voz alta las aventuras del Senda y las poesías de Gloria Fuertes; oigo recuerdos de una infancia en blanco y negro, donde había colas interminables para conseguir comida, ropa remendada, pobreza, trabajo y honradez. Después miro mi niñez, con su presencia constante, su cuidado permanente, su dedicación incansable.
80 años marcados por una época, una educación, una fe, una forma de vida; donde además de sus hijos ha cabido un gran amor de  juventud, la entrega, la renuncia, la rutina, el aburrimiento, la indiferencia, el desanimo y el desamor... Y aún después, la superación, la aceptación, las ilusiones infantiles renovadas en los nietos, la creatividad y el empuje para levantarte cada dia, incluso con una noche de insomnio; para salir a la calle a ver escaparates, aunque te duela todo; para coger un autobús (o dos o tres), solo por acumular paisajes en la retina; para buscar ocupaciones, quehaceres, conversaciones... para seguir viviendo cada día, después de los 80, exprimiendo la cuenta larguísima de los segundos como una nueva oportunidad.