El cielo semicubierto, temperatura agradable, amarillean los helechos, enrojecen los prunos, asoman su cabecita los hongos. Naturaleza viva en la sierra de Madrid.
Sonrisas, aceptación, danzas... recordar y programar, comidas y aperitivos de conversaciones con los cinco sentidos y con mucho humor, noche de bailes y risas. Debate y asamblea, respeto y crítica, propuestas y respuestas. Ganas de hacer.
El otoño para los maestros no puede relacionarse con agotar, marchitar, caer, abandonar, pudrir... sino todo lo contrario: crear, comenzar, soñar, preparar, retomar, formarse, ilusionarse, renacer...
Un "casi" nuevo grupo en mi vida, donde encuentro la motivación, la fuerza, la permanencia, la profundidad de la vocación, que, en ocasiones, ante las dificultades del quehacer diario se tambalea.
Gracias amigos meceperos, por otoñear juntos este fin de semana, por acoger como lo haceis y ofrecer tanta vida de educadores.