lunes, 8 de septiembre de 2014

VUELTA AL COLE





Era una noche especial, baño a fondo, limpiar los zapatos, preparar la mochila con esmero, olor a plástico de forrar libros, a cuadernos sin estrenar, a goma de borrar y a lápices de tacto suave y punta afilada.
Imposible dormir, acostumbrada a trasnochar sumado a la impaciencia de que se hiciera pronto de día.
Madrugar de un salto, sin pereza. No dolían los tirones de pelo para que las trenzas fuesen perfectas, ni importaba el último repaso de mamá con su pañuelo limpiando los restos del desayuno.
Reencuentros, novedades, ilusiones, la primera hoja de la libreta, la primera página de un libro, amistades que empiezan, ilusión compartida con la añoranza de las tardes eternas y las noches estrelladas, de la holganza y de los helados.
Hay personas a las que su vida y su trabajo han alejado de estas sensaciones únicas, de la vivencia de un septiembre que comienza con deseos y esperanzas. Yo tengo la suerte de ser maestra, de volver a vivir cada año los nervios de la vuelta al cole, de regresar a la infancia y de tener que apretar fuerte los ojos para poder dormirme esta noche.