Una enorme sardina, más de cien niños y niñas, unos cuantos profes y un deseo: quemar nuestros miedos.
En las escamas hemos escrito y/o dibujado las cosas a las que tememos, quienes han querido las han compartido en voz alta con los demás.
Los miedos son de los más variados, como somos las personas...
Abraham tiene miedo a los cocodrilos, David a los elefantes, Soraya a las muñecas, Pedro a la niña del exorcista (no me extraña), Joel a la Guardia Civil, José al monstruo del lago Ness... Los más mayores a las cobras, a los insectos, a la oscuridad, a la soledad, a las enfermedades...
Yo también he escrito mi escama, en mi larga lista solo he puesto algunas cosas de las muchas que hoy me dan miedo:
- La Administración, que nos aprieta, exige, puntua, recorta y acogota sin valorar nuestro esfuerzo diario
- Qué mi médica (excelente médica de la sanidad pública), no encuentre la fórmula para controlar las consecuencias del stress
- Qué mis alumnos sufran cualquier tipo de daño físico o emocional que condicionen su desarrollo y les impida ser adultos felices
- A los que no respetan el trabajo de los maestros y entran a destrozar y robar en los coles; provocando además de gastos, desanimo, impotencia y malestar
- A que el cansancio físico acabe con las ganas de levantarme a diario y seguir haciendo
- A la incomprensión, los prejuicios y la falta de respeto a los derechos humanos, que aplastan, discriminan y hacen sufrir a los que no se adaptan o no se consideran "normalizados"
Y así seguiría con unos cuantos mas...
Pero cuando esta mañana veía las caras atentas ante el fuego, cuando haciamos un gran corro cantando a la sardina y cuando aplaudiamos he empezado a considerar que puede que sea posible, que debemos seguir, no decaer, que nuestros miedos se han quemado hoy...
...y de verdad van a desaparecer.