sábado, 4 de abril de 2015

DÍAS DE VACACIONES


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Una primavera de suaves temperaturas y colores luminosos siempre es tentadora a los sentidos, pero si además coincide con días de descanso y ociosidad, y se completa con encuentros que llenan el corazón, puede convertirse en un detonante emocional poderoso.
Dormir acunados por el sonido del viento entre los árboles, despertar al amanecer por un insistente gallo o unos ladridos, leer al aire libre rodeada por las gallinas o la burra.
Entablar largas conversaciones, ver jugar a los niños, observar, mirar el mar, reencontrarse, celebrar, pensar, respirar.
Sentir el suelo bajo los pies, el aire y el sol en la piel, contemplar el poniente rosado, vigilar el vuelo de los mosquitos, extasiarse ante el campo iluminado por una grandiosa luna llena.
Vivir el presente cada momento, disfrutar cada comida compartida, cada instante de soledad y cada segundo de compañía.
Estos días (que siempre me son escasos), el retorno a la finca Sant Miquel, han vuelto a suponer para mí, un año más, una primavera más, la maravilla de la naturaleza, el significado de los símbolos, el valor del silencio y de la palabra, el sentido de la muerte y la resurrección que nos acompaña (lo sepamos o no, lo queramos o no), la fuerza del agradecimiento; en definitiva, el redescubrimiento de la vida.