lunes, 5 de enero de 2015

REGALO DE REYES


después del concierto, emocionados, posando para la prensa




Hay una frase muchas veces oida que dice que los dolores de parto se olvidan cuando tienes a tu hijo en brazos. Nunca he estado muy de acuerdo con eso, cuando duele, duele y eso no se olvida, pero si es verdad que el día a día de tu hijo y los maravillosos momentos de ser madre compensan del todo el dolor pasado.
Todo esto me venía a la cabeza ayer por la tarde, en una butaca del Auditorio Nacional, siete niñas y cuatro niños, violinistas y flautistas, tocando en un magnifico escenario. Desde Vallecas, desde el Pozo, desde el Núñez al Auditorio Nacional, asi.... meteóricamente, acompañando a la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura.
Cuando Ecoembes nos encontró en mayo pasado, a través de un gran amigo del Núñez que siempre cree en nosotras (¡gracias Juanjo Vergara!), nos entusiasmamos desde el primer minuto.
Ahí empezaron nuestros dolores de parto: las dudas, la organización, los presupuestos, las posibilidades, escribir los proyectos, los contactos, los horarios (aghhhh! los horarios), la administración, la programación, la inspección, los medios de comunicación, la coordinación de grupos/profes/alumnos, los que no conseguimos que atiendan, los que cambian de instrumento, las incidencias, la custodia de los violines, los domingos de encuentros con los chicos de Villa Paz, ¿quién hace los bocadillos para las meriendas?, compras de última hora, facturas adelantadas que nunca cobramos, ensayos por la tarde, otra vez coordinaciones...
Así hasta diciembre, entonces continuamos: selección de niños para el concierto, ensayos de refuerzo, cambio de programa, reuniones con las familias, ¿qué ropa tienen que llevar?, ensayos en el cole en vacaciones, ensayos fuera del cole en fin de semana, más entrevistas en medios, llamadas, mail, autocar, convertirnos en "las madres de la Pantoja" acompañándolos y atendiéndolos como si fueran nuestros (ah! ¡es que son nuestros!)
Vacaciones de Navidad que no nos han dejado desconectar del cole; pendientes de los horarios, las familias, las entradas, los detalles que necesitabamos tener controlados...
Pero ayer, a las siete de la tarde, comenzó la magia. Ya en la presentación del concierto imágenes de nuestro cole, de nuestros chicos, en pantalla grande, con sus violines reciclados, mostrando su mirada limpia y profunda, sin vergüenza, a ochocientos espectadores.
La Orquesta de Cateura espectacular, pieza tras pieza, esos jóvenes músicos, nacidos entre la basura, demostrando que todas las dificultades son superables y que la música es un lenguaje universal. A medio programa salen nuestros pequeños...con sus camisetas blancas (unas grandes, otras ajustadas, ninguna de su talla) y sus ojos asombrados. En las filas de los familiares y los amigos del cole no podiamos parar de aplaudir, vitorear y llorar. Tocaron su violín, concentrados, con control pero con entusiasmo; sin saber que estaban viviendo uno de los momentos más importantes de su vida. Después las flautas, ¡cuantas veces estos meses les hemos oido tocar Noche de paz!, pero allí, este cuatro de enero, acompañados por la orquesta y el coro de niños, sentiamos que este villancico cobraba su verdadero sentido.
En fin, una tarde inolvidable, agotadora, llena de emociones, de nervios, de lágrimas, de ilusión.
A partir del jueves vuelven los dolores del parto; retomamos las clases de música, los ensayos, la preocupación de como pagaremos las extraescolares y las meriendas, la organización de encuentros y las coordinaciones...Pero lo afrontaremos según llegue, ahora, aún hoy, disfrutamos de la tarde pasada, con una gran sonrisa y los pelos de punta.
Los profes de música, los coordinadores del proyecto, nuestras chicas de extraescolares, las cuatro incondicionales del cole, nuestras amigas y nuestras familias hemos sido compensadas del esfuerzo diario y sentimos la gran satisfacción de haber participado en el proyecto de que nuestros pequeños músicos, sean hoy, un poco mas felices.