sábado, 25 de octubre de 2014

EN LA MADUREZ DE MI TAREA






Este es uno de esos fines de semana, de los que vivo de vez en cuando, que no me distancia de mi trabajo, solo me hace cambiar de escenario.
Recibí a través de Ana (cada vez más amiga que conocida) una invitación a participar en este sábado freinitiano, el tema de hoy "El Cuerpo": con el cuerpo estamos todo el día, lo educamos, asistimos a la escuela, sentimos placer, también dolor. Vemos, tocamos, olemos, oímos y saboreamos. leemos, escribimos, calculamos, hablamos y cantamos. Nos movemos, nos emocionamos y expresamos sentimientos. Jugamos y aprendemos.
Organizado por el MCEP, los mismos que hicieron realidad el julio pasado mi sueño de conocer Reggio Emilia, han vuelto a sorprenderme y emocionarme.
Veinte educadores, de todos los niveles, de todas las edades, jóvenes estudiantes de Magisterio y profes con un pie en la jubilación, pasando una jornada de sábado, aprendiendo juntos.
Cuando inicias un camino profesional, si tienes la gran suerte de decidir (y conseguir) trabajar en lo que crees que te gusta, parece que tienes la obligación de vivirlo con intensidad, la obligación de formate y renunciar a "algo" de tu tiempo personal por tu vocación. Entonces los demás lo ven con normalidad e incluso lo comprenden.
Pero a partir de unos años muchos profes (ahora hablo de lo que me compete y conozco bien), deciden que ya saben bastante, que con la experiencia les basta y optan por desconectar los sábados las vacaciones, incluso los mas "desganados" hasta entre semana. También entonces los ajenos a ellos (familia, amigos, vecinos...) lo ven con normalidad y no solo lo comprenden, sino que lo aprueban.
Llevo veinti,...y algun años trabajando en el aula, con la pasión de quien ama profundamente lo que hace, disfrutando de maravillosos momentos y aceptando los ratos y retos dificiles.
Ahora me duele la espalda y un tobillo, de jugar al balón prisionero en la batalla de Trafalgar, de correr a por el pañuelo en todas sus variantes, de danzar melodías rusas, griegas, polonesas y que se yo... Y me siento muy feliz de haber vivido otra vez hoy la experiencia, de que estando en la madurez de mi tarea me hago consciente, de que sé mucho menos que lo que me queda por aprender.
Otra vez, gracias compañeros del MCEP, locos freinitianos que haceis de vuestro trabajo un sueño, de ese sueño vuestra vida y que abris los brazos a quienes nos acercamos a compartirlo.
Por el abrazo de caracol, seguiremos en contacto.

miércoles, 8 de octubre de 2014

"MIS MADRES"





De pequeñas vivieron la carencia de los servicios básicos, viviendas inhabitables, hacinamiento, a veces violencia, a veces hambre, casi siempre necesidad (de distintos tipos).
Niñas y adolescentes sin infancia, madres precoces ilusionadas de jugar con un muñeco de carne. Pocas alegrías y muchas dificultades, cargas prematuras y relaciones machistas y dominadoras.
Ahora madres de niños y niñas en edad escolar; a las que exigimos puntualidad. higiene, responsabilidad...cosas que pocas vivieron.
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Alguna mañana veo las puertas de otros colegios, donde las madres van llegando y empiezo a sentir....
Desearía que las madres de nuestra puerta tuvieran interés por los deberes, pudieran investigar con sus hijos sobre la prehistoria o sobre Galileo; desearía  que los educaran a no tirar papeles al suelo, a pedir las cosas por favor y a dar las gracias, a cruzar cuando el semáforo está en verde. Desearía que no tuvieran los dientes cariados, que no fueran en zapatillas de casa, que no llevasen manchas en la ropa. Desearía tantas cosas para ellas...
Luego las recibo, entrando al colegio, veo sus caras, las llamo por su nombre, recuerdo sus historias, las escucho...y decido que son estas, las que están aquí, las que son, de las que cada día aprendo; me enseñan la simplicidad de la vida, la diferencia entre lo importante y lo superfluo, la identidad dentro de una cultura, la aceptación de quien se es, la sonrisa y el buen humor de vivir el presente, de no hacer caso del reloj ni del calendario, la fuerza que da el sobrevivir.
Estas son "mis madres", con las que me relaciono cada día, las que de vez en cuando me engañan, las que me aprecian, por las que peleo... mujeres profundas que no usan tarjetas de crédito, que buscarán su felicidad entre los escollos y que no echarán de menos vestir ropa de marca.